Antes de la pandemia nos acostumbramos a ser parte de hechos sociales conformados por grupos de personas. Algunos tan mínimos como el festejo de un cumpleaños y otros, con un aforo importante como presenciar un evento deportivo o un espectáculo musical, por solo citar ejemplos.
Pero en este mundo actual en el que vivimos, dónde nos preocupa la salud, no solo individual sino también colectiva, la posibilidad de vinculación o diversión con el otro tuvo un corte radical que se fue extendiendo y que ha perjudicado en demasía diversos hechos y momentos.
Uno de ellos, tan disfrutables como esperados, fue el fútbol. Deporte de masas, de pasión, de análisis y de un montón de sentimientos que emergen detrás de un balón.
Nuestro fútbol, con tanto sufrimiento pero también con tanta gloria, no escapó de lo perjudicial de la pandemia. Vimos reflejado un sueño anhelado con el Estadio Único Madre de Ciudades. Su imagen, en cercanías al Río Dulce, nos hace sentir orgullosos como santiagueños por tan imponente construcción y claro, despierta la envidia de muchos, futboleros de ley, cada vez que se lo nombra o se recibe en su verde césped, alguna disputa deportiva.
Pero este coloso no ha visto tanta acción como debería en torno a las restricciones pero en la noche del jueves, con Argentina-Chile terminó por obtener su debut internacional.
Obviamente fue histórico, por muchos matices pero este circo, que al igual que aquellos dónde nuestros padres nos llevaban de pequeños, se destacó por su magia, el show y las destrezas aunque fueron pocos los espectadores que sintieron esa emoción interna. La alegría y el gozo, como si fuesen niños, otra vez.
Sí, muy pocos. En resumen, y sin lugar a dudas, un puñado de público VIP.
En el habla inglesa VIP significa “Very Important Person”, una persona muy importante, muchas veces con acceso a lugares donde pocos pueden entrar, a fuerza de 'vaya uno a saber cómo', bajo los recursos de ser valioso o simplemente, ser más conocidos.
En definitiva, se marca un contraste notable. Aquellos que creen ser indispensables para estar en este tipo de eventos, contra los que realmente necesitan ser parte importante como los hinchas o trabajar y dar a conocer la noticia como los periodistas, mediante el medio que sea. Lo sucedido en el marco del partido por Eliminatorias Sudamericanas es una lástima, porque este circo que fue manejado por los de afuera, y siendo un espectáculo que debería ser nuestro, por el estadio, por estas tierras y por este crecimiento que es visible, netamente santiagueño y no creado en suelo ajeno, terminó perjudicando a mucha gente.
Desde el simpatizante, ese que se desvela día y noche, ese que junta su dinero para entrar a la cancha un domingo por la tarde o ese que deja un rato su vida diaria por sentarse a ver al equipo de sus amores en la hora que fuese, hasta el grupo conformado por los trabajadores de prensa. Los de aquí, no los de allá. Claro, esta fiesta donde algunos se golpean el pecho para decir que es de todos, dista mucho de ser una verdad. Lo que pasó en la jornada del jueves, y sobre todo por el lado de la prensa, fue lamentable y llama al profundo análisis de dónde está parado realmente el periodismo santiagueño; en sus formas de acceso, en su representación a nivel local y nacional, y en sus modos de actuar.
Si bien el Circulo de Periodistas, entidad afiliada la Federación Argentina de Periodismo Deportivo, emitió un comunicado donde menciona la problemática y culpa a CONMEBOL por sus "estrictos protocolos", lo cierto es que si hubo discriminación, tal como cierra la misiva. Y esos supuestos protocolos, por más estrictos que hubiesen sido, no impidieron que haya gente sentada disfrutando del espectáculo entre la Albicelete y la Roja.
Pero fueron muy pocos los ojos que se dieron el lujo de observar la historia en vivo y en directo. Algunos de ellos celebraron la ocasión, como una conquista en sus redes sociales y lejos de sentir empatía por el presente actual, se jactaron de sentirse privilegiados o tocados por alguna varita mágica, cual cuento de hadas de antaño. Desde jugadores profesionales de fútbol y de básquet, pasando por entrenadores de diversas categorías, dirigentes y obviamente, esas personas "que siempre están" desde el lado del ámbito político.
¿Cómo lograron entrar? No lo sabemos, pero se calzaron sus acreditaciones al cuello y (esperemos, mediante el correspondiente test negativo de coronavirus) desde las tribunas y desde otros puntos, como el sector de platea o el bar del estadio, pudieron seguir el minuto a minuto. Ese mismo minuto a minuto, que muchos, lejos de este evento para pocos, lo siguieron desde sus casas por radio o televisión.
El espectáculo ya pasó y como todo circo, itinerante, volverá por suelo santiagueño, esperemos lejos de la pandemia y de la sensación que se mantiene hoy en día de subestimación y arrogancia por el otro. Todos entendemos el momento en el que vivimos, y lo respetamos pero también exigimos ese mismo respeto. Para aquellos que quieren estar para disfrutar y para aquellos que quieren ser parte desde sus trabajos como comunicadores sociales.
Publicar un comentario